Los colores y la armonía en nuestra vivienda

  

El mundo es de colores, donde hay luz, hay color. Para vivir armoniosamente en nuestra vivienda, un buen paso es observar cómo utilizamos los colores, cuáles son los dominantes, cuáles preferimos, y si sentimos los ambientes muy fríos o excesivamente cálidos.

El Feng Shui relaciona los cinco elementos (agua, madera, fuego, aire, tierra) con colores representativos; el estudio de su aplicación es fundamental para armonizar los espacios. La psicología del color y su aplicación en cromoterapia han ampliado la visión que se tenía sobre el uso del color en la arquitectura, conocimiento que hoy se aplica tanto en edificios comerciales como en hospitales para obtener respuestas específicas de las personas que estén en ellos.

Todos experimentamos una reacción física y emocional ante la sensación que nos produce un color: frío, calor, bienestar u opresión. Aunque estas determinaciones pueden ser subjetivas, investigaciones realizadas han demostrado que son corrientes en la mayoría de las personas y están determinadas por reacciones inconscientes y también por asociaciones relacionadas con la naturaleza.

Tales sensaciones están asociadas también a las connotaciones sociales que les adjudica la cultura a la cual pertenecemos. Por ejemplo: el blanco simboliza la muerte en algunos países orientales; para la cultura occidental, es luz y pureza.

Los colores elementales son los tres primarios, los tres secundarios que resultan de combinar dos primarios, más los dos colores acromáticos, el blanco, combinación de los tres primarios, (síntesis aditiva: colores luz) y el negro, la ausencia de los tres. De los primarios se obtienen la totalidad de los colores divididos en dos grandes grupos, los fríos (azules, verdes y violetas) y los cálidos (amarillos, rojos y anaranjados).

En el mundo están presentes todos los colores, y las sensaciones de placer o desagrado están relacionadas con la preponderancia de unos sobre otros, la intensidad de los mismos y si son o no adecuados para los espacios donde se encuentran.

Mirar un paisaje rural, un bosque, una cascada, un parque, es un placer visual, nos tranquiliza y armoniza. Generalmente predominan variedad de verdes con toques de otros colores, el azul del agua y del cielo, los múltiples colores de las flores, los marrones de las tierras. A los colores vivos no los encontraremos en grandes áreas, sólo como acentos o pequeñas toques de animación.

 Veamos como llevar esa armonía a nuestras casas.

  • Poner atención en los grandes planos de color, paredes y pisos.

Las paredes son la base donde se apoyarán muebles y elementos accesorios y decorativos. Sus colores son los más fáciles de cambiar. Un muro con mucha presencia debido a un color intenso, puede absorber al resto. Es esencial cuidar la intensidad de los colores que usemos. Por lo general es preferible darles a las paredes colores pastel o neutros, para luego agregar tonos intensos en áreas menores y donde sea preciso.

Observemos que el color utilizado en los pisos sea un buen sostén. Si tiene demasiada presencia –un rojo intenso por ejemplo puede desequilibrar al conjunto. También podemos restarle intensidad a los otros colores utilizados como en el caso de tener un piso gris. Un piso gris, en cambio, puede restarles intensidad a los demás colores. Los colores tierra, o la madera, son un buen apoyo para sostener al conjunto.

  • Ver cuales son los colores que queremos conservar: los de los muebles y cortinas, por ejemplo.
  • Tener en cuenta la luminosidad de los espacios. El color y su intensidad serán distintos para un cuarto con poca luz natural o uno muy luminoso.
  • Tener en cuenta las características emocionales de cada miembro de la familia. Las personas nerviosas, hiperactivas, dispersas o excitables deberían evitar colores demasiado cálidos (rojos, amarillos, anaranjados o muy chillones). Les conviene usar colores neutros y suaves que serenan y tranquilizan. Una persona tímida, apática o con tendencias depresivas no debería vivir entre colores muy fríos (negro, azul oscuro) o grises. Será mejor que utilice colores cálidos y luminosos.
  • Ver el uso que tiene cada espacio de la casa, algunos colores se adecúan más que otros a la actividad que realicemos.

Los colores ideales para el descanso y la relajación son los suaves: azules pastel, rosados, lilas claros…

En el comedor no conviene abusar de colores chillones. El anaranjado, que estimula el apetito, debería utilizarse en pequeñas proporciones sobre colores cremosos o amarillos suaves.

En la cocina pueden utilizarse tonos tierra (ocres, teja, beiges y otros), evitando la frialdad que no estimula el placer de cocinar.

En un recibidor pueden utilizarse colores claros, luminosos, alegres que inviten a entrar con buen ánimo.

En la estancia, espacio de distensión y encuentro colectivo, podemos recrear en parte los colores de los espacios naturales con verdes claros y notas de otro color.

  • Y tener mucho en cuenta el gusto personal. No utilizar colores que no les gusten aunque estén de moda o se los recomiende el experto en Feng Shui.

No olvidemos que así como en el mundo están todos los colores. En cada estancia de nuestra casa también deberían estar, aunque sea en pequeñas cantidades, para que no se pierda el equilibrio del conjunto.